martes, 28 de septiembre de 2010

Pepe el Romano

(Ensayo de Facundo Martínez Paz)


La casa de Bernarda Alba (1936) es una obra teatral escrita por Federico García Lorca. Ofrece la historia de Bernarda Alba, una mujer de unos 60 años, de un gran fanatismo religioso y una voluntad inquebrantable, la cual, luego de la muerte de su segundo esposo, decide instaurar en su casa un riguroso luto de ocho años, que, obviamente, afecta los planes de vida de sus cinco hijas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela) que viven con ella. En este ensayo intentaré describir uno de los personajes de esta obra: Pepe el Romano.
Muchos autores consideran que a la hora de caracterizar a los personajes de La casa de Bernarda Alba se debería hacer una clara diferenciación entre los personajes visibles y los personajes aludidos, es decir, aquellos que no tienen guión ni aparecen en escena pero que son constantemente nombrados y tienen trascendencia en la obra. Pepe el Romano es un personaje aludido, un personaje omnipresente. Sin embrago es difícil establecer si es un personaje principal o secundario ya que, si bien no tiene diálogo ni aparece físicamente en escena, sus acciones son claves para el desarrollo de la obra, a tal punto que es él quien desencadena el problema principal. Por otra parte, no es menor el detalle de que sea Pepe el único hombre en la obra (cabe recordar que las obras de teatro de Lorca se caracterizan por tener personajes mayormente femeninos).
Pepe el Romano es un hombre joven, de unos 25 años. En cuanto a su apariencia física el autor no hace una clara descripción, sin embargo sabemos, por comentarios de las hermanas, que Pepe es el hombre más codiciado del pueblo y es muy apuesto. En cuanto al aspecto social se sabe que Pepe pertenece a un estrato social alto, lo que permite, en cierto sentido que Bernarda, la cual es muy prejuiciosa y tiene muy en cuenta esos elementos, apoye el futuro matrimonio entre él y Angustias. De su personalidad se sabe poco, pero una de las características más importantes es su gran codicia, él ama a Adela, pero busca casarse con Angustias no por otra cosa que por el dinero, y esto es expresado perfectamente en la siguiente cita:
“MAGDALENA.- Si viniera por el tipo de Angustias, por Angustias como mujer, yo me alegraría, pero viene por el dinero.” (página 28).
                Pepe el Romano es un personaje de vital importancia en la obra porque, como lo he expresado anteriormente, es justamente él quien desencadena el conflicto en la obra. Con su gran poder de seducción logra conquistar a tres hermanas: Angustias (con quien piensa casarse), Adela (a quien ama y con la cual mantiene una relación de amor secreta) y Martirio (quien lo ama en silencio), lo que crea un enorme conflicto en la casa y representa una amenaza para Bernarda. Esta relación de amor secreta que él mantiene con Adela es descubierta por Martirio, lo que da lugar así al mayor conflicto de la obra y provoca la ira de Bernarda al punto de querer asesinarlo cuando lo descubre.
Este personaje puede ser claramente identificado con uno de los pecados capitales que es la lujuria, la cual se define como el “exceso de un deseo sexual desordenado e incontrolable”. Pepe el Romano mantiene relaciones con varias mujeres a la vez, y estas relaciones son tan fuertes al punto que Adela, con solo pensar que Pepe ha sido asesinado, se suicida.
            Podríamos decir que existe una estrecha relación entre uno de los temas principales de la obra y este personaje: el rol de la mujer. Es justamente por su amor hacia Pepe, que Adela se rebela y decide hacer algo que una mujer de la época no hubiera hecho jamás: escaparse de su casa para ir a acostarse con un hombre que no es siquiera su marido y piensa vivir como una querida.
En cuanto a su nombre, claro está que Lorca no le puso ese nombre porque sí sino porque este denota muchas de sus cualidades. Por un lado “Pepe” es el apodo del nombre José, que significa “el puro”, sin embargo el hecho de que se lo llame por su apodo y no por su nombre demuestra que él no es completamente puro, en cuanto a su relación con las mujeres. Por otra parte, “el Romano” hace referencia al carácter conquistador del antiguo Imperio Romano, ya que él es un conquistador de mujeres. En este sentido se lo asocia con el caballo garañón (el semental que está encerrado y que Bernarda autoriza lleven al corral). Otro significado sería “Extranjero”, de hecho Pepe no parece ser del pueblo.
         Su relación con la casa en sí es mínima, pero su impacto en la casa sí es importante ya que él crea un conflicto muy grande entre las hermanas, las cuales se disputan su amor de una manera brutal.
        Sensato sería decir que Pepe el Romano, si bien no aparece jamás en la obra, tiene un rol de gran importancia para el desarrollo de la misma, y sin él, la obra no podría ni siquiera imaginarse. Es muy interesante su personaje, y detalles como el porqué se su nombre hacen de esta obra una de las más reconocidas de la literatura española.

La mendiga y mujeres

(Caracterización con aportes de Constanza Suárez)
A la mendiga, al igual que a la Criada, se le desconoce el nombre, esto genera que el lector note que este personaje no sea muy respetado por los demás, como que es discriminado. No es casualidad, que los personajes de clase social más baja no tengan nombre. La Mendiga, es humillada por la Criada; va a la casa de Bernarda a pedir comida, ya que tiene una hija y debe alimentarla. Aún así es humillada por la Criada al contestarle de forma despectiva que no se le dará comida. Si bien este personaje tiene una sola participación es un personaje funcional, es decir, cumple una función, gracias a la aparición de esta mujer se ven marcadas las diferencias sociales en España, también descubrimos que, a medida que más abajo uno se encuentra, las personas de más poder la maltratan y/o abusan de ella. Es gracias a la mendiga, además, que el lector nota la necesidad de alimento y de una mejor calidad de vida.
Las mujeres que asisten al duelo por la muerte del marido de Bernarda no tienen tampoco nombre porque cumplen también un rol funcional en la obra: revelan su opinión sobre la viuda a través de apartes, lo que demuestra que casi nadie la valora positivamente en el pueblo. Con ellas Bernarda reza la letanía y agradece su presencia pero enseguida solicita a la criada que les sirva una limonada y que limpie cuando se retiran. Son personajes que actúan en bloque para mostrar las diferencias sociales y el respeto a las tradiciones.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Magdalena, Amelia y Martirio

(Ensayo escrito por Santiago Masjoan)

La obra de Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba trata de diferentes temas de los que rescatamos el deseo de libertad, la sociedad opresiva y la tradición.  Desde otro punto de vista vemos que está presente el tema del odio, la envidia y el dinero. Esta obra posee una característica de García Lorca: todos los personajes son mujeres y entre ellas se encuentran Amelia, Martirio y Magdalena, tres de las hijas de Bernarda.
Con respecto a Magdalena, es la segunda hija, tiene 30 años. Es un personaje principal ya que participa en la obra, está relacionada con los temas señalados y,más aún, es una muchacha que sufre la autoridad de su madre. Lleva el nombre de Magdalena porque, acorde al significado, es una mujer "desconsolada", "lacrimosa", "sensible", incluso es la que llora (recordar la expresión “llora como una Magdalena”). Es la hija más sufrida por la muerte del padre, en esto desciframos que su relación con su padre era la mejor, en comparación con sus hermanas. Podemos citar a Bernarda:
Magdalena, no llores. Si quieres llorar te metes debajo de la cama
Magdalena es una mujer convencida que de que nunca se va a casar, incluso ella confiesa que hubiera preferido nacer varón. Acepta la autoridad de su madre junto con Amelia, ya que no tiene el valor o la determinación de Adela (su hermana menor) de enfrentarse continuamente a su madre. Por esto Magdalena admira a su hermana menor y, al mismo tiempo, representa el respeto a la autoridad de los mayores y la aceptación de las órdenes de Bernarda. Magdalena trata con odio a sus hermanas, salvo a Adela, con quien tiene una buena relación:
“¡Pobrecilla! Es la más joven de nosotras y tiene la ilusión. ¡Daría algo por verla feliz!”
 Por esto la caracterización de Magdalena hacia sus otras hermanas no es buena, se le notan los celos que les tiene a sus hermanas, especialmente a Angustias, porque Pepe la eligió a ella. Se puede ver esto cuando desaparece el retrato de Pepe el Romano y se ríe de la desgracia de Angustias:
“¿Y no se habrá escapado a medianoche al corral? A Pepe le gusta andar con la luna
  Teniendo en cuenta la relación con Bernarda, podemos decir que es una relación basada en el temor y el desprecio. Magdalena tiene un lenguaje monótono, provocador y con frecuencia se expresa irónicamente, esto lo  podemos leer al principio del acto segundo en el momento en que delataban que habían visto a Angustias y Pepe en la ventana hasta tarde, Magdalena acota para empeorar la situación:
“¿Tan tarde? ¿A qué hora se fue?”
Con respecto a los temas de la obra, la tradición de hacer luto por el padre, la acepta; pero el deseo de libertad no es muy fuerte en ella porque no la impulsa anteponerse a Bernarda. Este deseo de libertad tiene que ver con que ella es una más  a la que Bernarda le priva la libertad porque no la deja salir de su casa junto a sus hermanas; también tiene que ver con la sociedad opresiva porque las hijas no pueden estar expuestas a las criticas de la sociedad. El odio se hace presente hacia sus hermanas, excepto Adela, y la envidia sobre todo ante Angustias ya que se va a casar con Pepe el Romano.
Por otro lado, tenemos a la tercera hija de Bernarda Alba, Amelia, una mujer de 27 años. Es un personaje secundario ya que participa poco en la obra. Lleva ese nombre ya que significa "territorio gobernado por un caudillo"; en relación con el texto, su nombre tiene que ver con la autoridad de Bernarda sobre Amelia. Es de carácter tímido y asustadizo, sostiene que el matrimonio tiene que ser por amor, no por otra cosa; también cree que ser mujer es un castigo, lo afirma cuando dicen que a los hombres se les perdona todo en el segundo acto:
“Nacer mujer es el mayor castigo”
La caracterización de los otros personajes con respecto a Adela no es tan visible ya que ella no tiene gran importancia en la obra. Cuando el personaje dialoga con otro, por lo general, comienza controlando a sus hermanas, observando algo de ellas o respondiendo preguntas que algunas veces le son dirigidas. Se pueden establecer citas como: “¿Has tomado la medicina?” o “Llevas desabrochados los cordones de un zapato”. Su lenguaje, como vemos, también es monótono.
En cuanto a la relación que tiene con los otros personajes no es buena, al igual que Magdalena la guían la envidia y el odio, pero en el caso de este personaje no es tan evidente, aparece como oculto en la situación en la que evalúan el amor de Pepe hacia Angustias, ella opina:
Yo también. Angustias tiene buenas condiciones”
Conociendo el contenido de la obra deducimos que Amelia le tiene celos porque Angustias tiene relaciones con Pepe el Romano pero, también, conociendo la opinión de Amelia hacia la tradición del casamiento arreglado, no le agrada que Pepe solicite la mano de Angustias por intereses económicos solamente. Sin embargo, la relación que tiene con Martirio es buena. Teme y odia a su madre Bernarda, quien muestra un carácter autoritario hacia ella y sus hermanas.
Con respecto a los temas, Amelia se relaciona con el tema de tradición ya que se opone al casamiento arreglado y establece claramente esta posición; pero parece aceptar el largo luto luego de la muerte del padre. También puede decirse que es privada de la libertad por Bernarda, al igual que sus hermanas, y siente odio y envidia hacia alguna de sus hermanas.
La cuarta hija, Martirio es un personaje principal a quien Bernarda le canceló la boda con Enrique Humanas, por eso le tiene celos a Angustias. Es la que más sufre  la sobreprotección y la falta de libertad, también es la más fea de todas las hermanas. Su nombre deriva de "mártir" (el que muere o sufre tormentos por la religión). Luego de que su posible noviazgo se viera frustrado, ella opina:
“Es preferible no ver a un hombre nunca […] Dios me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí”
Cuando ella participa en los diálogos parece estar siempre en contra de los hombres, algunas veces cuestiona su pasado y la opresión de Bernarda. También utiliza un lenguaje con amenazas y autodefinición donde demuestra una baja autoestima ya que ella se sabe fea y no tiene ningún problema de admitirlo, esto muestra una maduración del personaje. Así como muestra maduración, muestra unos celos especiales contra Angustias ya que a ella no le cancelan el casamiento y, además, va a ser la mujer de Pepe el Romano. Por lo tanto, su opinión sobre ella no va a ser buena y en algún momento se compara con ella:
“No tiene ni más ni menos que lo que tenemos todas”
Más aún, es por los celos que le saca el retrato de Pepe el Romano a Angustias. También  la relación con Adela está basada en el odio y se demuestra teniendo discusiones con ella como al final del segundo acto cuando la amenaza:
“Yo romperé tus abrazos”
Como ya nombramos, Martirio tiene una relación de odio y envidia con las hermanas; sin embargo, tiene una buena relación con Amelia. Con respecto a Bernarda tiene un odio muy grande, además le molesta mucho la falta de libertad; La Poncia no se olvida de que le canceló el noviazgo. Más aún su madre tuvo actitudes de violencia física con Martirio, citando ese momento:
“(Avanzando y golpeándola) - ¡Mala puñalada te den, mosca muerta! ¡Sembradura de vidrios!”
En relación con los temas, al igual que las otras hermanas, Martirio tiene que ver con el tema de la falta de libertad y la tradición, la sociedad opresiva al pertenecer a esa casa en la que opinan todos mal sobre los que no respetan las tradiciones (exige que la hija soltera de la Librada “pague lo que debe”). Además, Martirio siente odio por alguna de sus  hermanas y envidia a Angustias.
Para concluir podemos ver que en este libro, García Lorca elige representar algunos temas con algunos personajes, pero lo que sorprende es que el odio y la envidia es común entre las hermanas.  

domingo, 19 de septiembre de 2010

La Criada y Prudencia

(Ensayo de Juan Manuel Revol)
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, es un “drama” rural “de mujeres de los pueblos de España”. En su obra, García Lorca logra capturar el dramatismo de una casa española regida por Bernarda, mujer autoritaria que no tiene escrúpulos a la hora de mandar. Sus mandatos no contemplan distinción alguna entre sus criadas, sus hijas o su madre. Esta casa se transforma así en una suerte de prisión: una prisión donde Bernarda resulta la carcelera indiscutida, un infierno donde cada personaje busca sobrellevar su estadía y sortear las numerosas complicaciones y desdichas fruto de la inquietante convivencia con Bernarda. La Criada y Prudencia son dos personajes posiblemente opuestos: mientras la primera es una de las víctimas del autoritarismo inescapable de la dueña de casa y debe superar las adversidades del ambiente hostil que la circunda, la segunda es una mujer semejante a Bernarda (podríamos considerarla, inclusive, su “amiga”), preocupada por el qué dirán y sumamente prudente, es decir, socialmente correcta.
El autor no da a conocer el nombre de la Criada. Posiblemente, sea una estrategia de García Lorca para restarle importancia al personaje, después de todo, Bernarda Alba no deja de remarcar a lo largo de la obra las diferencias entre ella y sus criadas, degradándolas en un sinfín de ocasiones. Los objetos que caracterizan a la Criada en la puesta en escena son elementos domésticos, empleados en la limpieza de la casa, tal como el jabón y la bayeta. La Criada no es sólo una subordinada de La Poncia, sino también una fiel cómplice; comparte con ella sus opiniones de la casa. La Poncia habla sin tapujos con la Criada, frente a ella no teme acusar a Bernarda de “mandona” y “dominanta”. Es por esto que es posible deducir que la opinión que la Criada guarda de la casa y de Bernarda no es distinta de la de La Poncia; caso contrario, La Poncia no la hubiera escogido como su confidente.
El lenguaje de la Criada se caracteriza por un tono sumiso (cabe destacar que es el único personaje que monologa en la obra). En ningún momento la Criada insinúa una mínima resistencia u oposición a sus superiores (a diferencia de La Poncia, que no teme remarcar a Bernarda que no quería reconocer la verdadera naturaleza de la discordia que reinaba en la casa). No sólo es sumisa ante Bernarda, sino también ante La Poncia: esto deja entrever su baja jerarquía en la casa y la poca importancia que podría llegar a tener su opinión. Los demás personajes no hablan de ella, su falta de protagonismo la transforma en una entidad a veces apenas perceptible. A través de lo que ella dice de sí misma, es posible saber que tiene una niña y que es pobre: “¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?” pide la Criada a La Poncia un poco de chorizo. Otra evidencia de su pobreza se da cuando dice a una mendiga que viene por las sobras a la casa de Bernarda: “Por la puerta se va a la calle. Las sobras de hoy son para mí.” También, es posible notar que la Criada es una mujer trabajadora y sacrificada, ella bien dice, “Sangre en las manos tengo de fregarlo todo.” Otro rasgo que caracteriza a la Criada, por sobre los demás personajes, es el afecto que demuestra hacia el difunto esposo de Bernarda. Tal es este afecto que ella misma declara: “Yo fui la que más te quiso de las que te sirvieron.”
La Criada no demuestra involucrarse demasiado (nuevamente, a diferencia de La Poncia) en los conflictos de la casa. Ella se limita a hacer su trabajo y a no opinar. Se relaciona, principalmente, con tres personajes de la obra. La Poncia, como habíamos establecido, es su superior y confidente. En ella confía, y se siente a gusto dialogando con un par. Con Bernarda, la relación es enteramente de subordinación. Cumple indiscutidamente todos sus mandatos, jamás se atreve a responderle ni a sugerir una mínima resistencia a su ferviente autoritarismo. Por último, algo que caracteriza a la Criada, es su relación con María Josefa, madre de Bernarda. La Criada es la mujer de la casa que siempre está a cargo de vigilar a la anciana en la sombra de su encierro, controlarla cuando está suelta, salvaguardarla de la vista de los vecinos… Podríamos decir que la Criada es la encargada de María Josefa por excelencia. Siempre que hay problemas que vinculen a su madre, Bernarda acude a la Criada para solucionarlos. Parece cumplir bien la tarea de retener a María Josefa, porque siempre aparece apenas un momento antes o instantáneamente después de que la octogenaria entra en escena.
La Criada es, en su totalidad, un símbolo de la sumisión de la clase baja y el desinterés político, una entidad ligada a la fricción de los mandatos superiores, en este caso, los mandatos de Bernarda Alba y, en menor medida, de La Poncia.
Por otro lado, Prudencia es una de las compinches de Bernarda. Es un claro ejemplo de las amistades aristócratas (o al menos, de las amistades de aquellos que pretenden ser aristócratas) de los pueblos de España. Bernarda no se rebaja a hablar con nadie, sin embargo, escucha a Prudencia y la respeta. Tal como su nombre lo indica, Prudencia es prudente: logra discernir lo bueno de lo malo y adecuarse a lo que socialmente corresponda. En otras palabras, Prudencia es una amiga ideal para Bernarda Alba. No se caracteriza por llevar ningún objeto significativo, sin embargo, es posible advertir su fe devota al preguntarle a La Poncia: “¿Han dado el último toque para el rosario?”
Prudencia es un agente externo a la casa, por lo tanto, desconoce las intrincadas y destructivas consecuencias de la dinámica de funcionamiento doméstico de Bernarda. En su visita, pregunta ingenuamente por el futuro casamiento de Angustias: “Y Angustias, ¿cuándo se casa?”, desconociendo la tensión que se agravaba en la casa en torno a ese tema. Esto da muestras, una vez más, de la nefasta eficacia de Bernarda a la hora de aparentar y cuidar celosamente el “qué dirán”. Por lo que ella cuenta en su visita a la casa de Bernarda Alba, sabemos que Prudencia es la esposa de un marido que no se muestra por haberse peleado con sus hermanos por una herencia. A esto, Bernarda responde: “Es un verdadero hombre”. Otra vez, la situación nos vale para dar cuenta clara de lo estricta y orgullosa que es Bernarda. También, sabemos que Prudencia tiene una hija, a la que su marido “no ha perdonado”. Desconocemos el porqué, pero esto apena profundamente a Prudencia, tanto que declara: “Yo dejo que el agua corra. No queda más consuelo que refugiarme en la iglesia”.
Prudencia es una mujer conservadora, que, como Bernarda, cuida la honra e imagen (aunque en ocasiones le duela y lo reconozca). Representa, naturalmente, como su nombre lo indica, a la virtud de la Prudencia, aunque en este contexto no resulta enteramente buena. En los pueblos de España, ser prudente es hablar lo justo y necesario, y seguir rigurosamente los protocolos para ser socialmente aceptado, reprimiendo ideas y emociones.
Para concluir, La casa de Bernarda Alba crea un efectivo contraste entre distintos personajes femeninos. Mujeres autoritarias, sumisas y rebeldes; mujeres pobres y sencillas y mujeres ricas y especuladoras: todas ellas disponen el desarrollo de este teatro que se caracteriza por su naturaleza lírica, rural y, sobre todo,  por las mujeres.   

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Adela

(Ensayo de María José Calvo)
La Casa de Bernarda Alba, escrita por Federico García Lorca alrededor de 1936, es un drama en los albores de la Guerra Civil Española donde se muestra a Bernarda Alba, una mujer de 60 años que recientemente quedó viuda por segunda vez y decide instaurar en su casa un luto de ocho años. Junto con Bernarda Alba viven y sufren las decisiones de su madre sus cinco hijas: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela. En este texto voy a analizar y comentar sobre la menor de las hijas, Adela, tanto buscando describir al personaje como analizar su importancia en la obra y con respecto a los otros personajes del drama.
Analizando al personaje de Adela, físicamente, sabemos mediante el libro, que es la más joven de las hermanas ya que tiene sólo 20 años. Además, se la reconoce por ser la más linda de todas las hijas ya que cuenta con una belleza particular de la cual carecen el resto de sus hermanas. Con respecto a su carácter, se caracteriza por enfrentar y desafiar a su madre y su tiranía. Se muestra con todas las  características de un personaje joven, vital y rebelde, no solo por enfrentarse a su madre sino porque además, se niega a aceptar un destino que no sea de su agrado o junto a otra persona que no sea Pepe el Romano. Mediante su vitalidad y rebeldía podemos ver cómo entra en conflicto con diferentes personajes de la obra, ya sea con La Poncia, a la cual está dispuesta a enfrentar ya que le perdió el miedo o con sus hermanas cuando estas la atacan a ella por sus actos de rebeldía. Sin embardo, la relación socialmente más conflictiva de este personaje es con su madre ya que  Adela es símbolo de libertad e independencia:
 “No me acostumbraré.  Yo no puedo estar encerrada.  No quiero que se me pongan las carnes como vosotras; no quiero perder mi blancura en estas habitaciones; mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle. ¡Yo quiero salir!”
tal como lo demuestra esta cita, donde Adela se rehúsa a seguir las órdenes de su madre que establece un luto familiar por ocho años.  De igual forma, podemos ver cómo Adela no solo se opone a su madre sino también a la sociedad y a la presión que esta impone sobre las mujeres, debido a que estaba mal visto que una mujer tuviera relaciones sexuales antes de casarse. Mediante esto, podemos ver la libertad sexual de Adela, ya que ella decide parar con las injusticias que toleran sus hermanas:
“¡Déjame ya!  ¡Durmiendo o velando, no tienes por qué meterte en lo mío! ¡Yo hago con mi cuerpo lo que me parece!”
como lo demuestra la cita, Adela es más liberal respecto a las costumbres ya que ella misma se veía con Pepe el Romano sabiendo que él mismo estaba comprometido con su hermana; también lo demuestra cuando se pone a favor de la joven muchacha que estaba siendo juzgada a morir por quedar embarazada sin haberse casado.
            Siguiendo con el análisis del personaje, podemos ver que uno de los significados que se le da al nombre Adela es “de carácter noble”, esto quiere decir que el personaje no oculta sus intenciones y que siempre dice las cosas de frente. Al analizar el significado, podemos ver que García Lorca eligió especialmente los nombres de cada personaje para que combinaran con sus acciones y personalidad, ya que, como analicé previamente, Adela es un personaje que va a manifestar las cosas con las que está de acuerdo como con las que no lo está. Por otro lado, otro significado que se le encuentra al nombre es “sin manifestarse.” Al profundizar este significado, podemos ver que hace referencia a lo oculto e invisible. Adela quiso ser invisible, que no la vieran para evitar que la gente supiera dónde estaba, para así poder hacer ella su vida junto a su amor, Pepe el Romano.
            A lo largo de la obra, podemos ver diferentes símbolos para expresar los diferentes temas. El principal símbolo que vemos son los colores: el blanco y el negro. El blanco hace referencia a la idea de ser limpio/puro está en las paredes de la casa pero se va desvaneciendo a medida que los conflictos crecen (peleas entre hermanas y reclamos entre vecinos). Además, hace referencia a la vida. Por otro lado, el negro hace referencia al luto y a la muerte, como es el caso de la muerte de Adela, la cual también muere de noche, enfatizando el hecho de que ciertas características de Adela y su muerte tienen que quedar como secreto:
“Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen.  ¿Me habéis oído? ¡Silencio!; ¡silencio he dicho! ¡Silencio!.” 
Otro símbolo que se puede encontrar es el color verde, el cual demuestra la rebeldía. A este color lo podemos encontrar no solo en el vestido verde que usa Adela, sino también en el abanico que usa el mismo día del velorio, demostrando así, cómo se opone a la voluntad de su madre. Igualmente, para García Lorca, el verde representa la esperanza, y podemos apreciar cómo la vida de Adela termina con una repentina pero voluntaria muerte. El bastón de Bernarda es otro símbolo muy importante, ya que este representa las reglas y tiranía de Bernarda, cuando Adela rompe el bastón esta demostrando su rebeldía, además del poder que Adela tiene y que ya no le teme a su madre.

Con respecto al contexto político de la obra, se presienten los inicios de la  Guerra Civil Española, podemos ver cómo no solo el personaje analizado, sino que también la familia se ve limitada por las costumbres de ese momento. Es por esto que la familia se ve obligada a adaptarse a estas costumbres. Bernarda representaría a la ideología conservadora española y en la casa vendría a ser la que está a cargo de esta represión social. También, demuestra su desprecio hacia las clases bajas los pobres son como los animales; parecen que estuvieran hechos de otras sustancia.” Por otro lado, Adela representa ese derecho a la libertad por el que lucha.
Mediante sus acciones podemos ver la personalidad de Adela ya que todo el tiempo está tratando de rebelarse en contra de lo establecido como, por ejemplo, utilizar un vestido verde cuando la familia estaba de luto, o enamorándose de Pepe el Romano, el cual estaba comprometido para casarse con su hermana Angustias. Al final de la obra vemos cómo su lucha contra el régimen de su madre termina con su muerte, en un primer momento, no da señales de que fuera a suicidarse a pesar de que Pepe fuera a casarse con su hermana, ya que ella tenía planeado irse a vivir a una casa sola donde Pepe iría a visitarla, pero es el hecho de creer que Pepe está muerto lo que lleva a Adela a imaginarse una vida sin él y debido a esto termina ahorcándose.
Para concluir, podemos decir que en La Casa de Bernarda Alba  se puede ver cómo todos los personajes, los cuales son mujeres, sufren a lo largo del drama. En la obra, podemos encontrar muchos simbolismos, pero los más importantes son los de la sociedad española y la lucha por la libertad. Ellos representan la sociedad y sus restricciones (Bernarda) y la búsqueda de la libertad mediante la rebelión (Adela). Por desgracia, la lucha termina con la muerte de Adela, es decir, con la búsqueda de la libertad y la muerte de una joven, sin casarse y no virgen. En La Casa de Bernarda Alba podemos ver cómo muchas veces la tiranía o abuso de poder gana y sigue reinando, lo cual lo demuestran las últimas palabras de Bernarda “Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!.”

La Poncia

(Ensayo de Tatiana Cardozo Tomas)
La obra  La Casa de Bernarda Alba, escrita por Federico García Lorca, es un drama sobre las mujeres españolas previo al contexto de la guerra civil; las mujeres son las  principales víctimas de una sociedad en la que las apariencias, el “qué dirán,” el autoritarismo y el estancamiento resultan catastróficos. Las acciones transcurren en la casa de Bernarda Alba, una viuda de 60 años que vive con su madre, sus cinco hijas y sus dos criadas. La Poncia es uno de los personajes principales de la obra, el cual voy a analizar a continuación.
            A partir de los indicios que nos proporcionan las acciones, los diálogos y las acotaciones, podemos inferir las características de La Poncia en cuanto a su aspecto psicológico y social, sus relaciones con otros personajes, su rol y su importancia en la obra en general.
            La Poncia es una mujer viuda, de 60 años de edad. Es una de las dos criadas que trabajan para Bernarda; su superioridad con respecto a la otra sirvienta es notable desde el comienzo de la obra ya que el autor marca una diferencia en la posición que ocupan en el orden jerárquico de la casa al referirse a una como “Criada” y a otra como “Poncia.” Evidentemente, el hecho de que el nombre de una de ellas sea desconocido significa que hay una subordinación establecida. Sin embargo, podemos darnos cuenta, a medida que avanzamos con la lectura, que la superioridad de La Poncia no se debe a ninguna correspondencia afectuosa ni implica ningún tipo de trato preferencial en comparación con la otra criada, sino que es meramente un ascenso jerárquico, fruto de  los 30 años de constante servicio, es decir, de su antigüedad en la casa y de la fidelidad a la familia. A esto último, Bernarda le da mucha importancia ya que la Poncia sabe todos los secretos del hogar, y su resguardo y disimulo resulta indispensable en una sociedad como aquella en la que “el juego de las apariencias causa estragos” (Reseña en la contratapa de “La Casa de Bernarda Alba,” Ed. Cántaro). El hecho de que su nombre esté siempre antecedido por “la” implica un trato despectivo y burlón hacia la clase social baja de la que proviene. De esta manera, podemos ratificar el hecho de que La Poncia no recibe ningún trato preferencial, sino por el contrario, es humillada y degradada.
            En cuanto al aspecto psicológico del personaje, podemos deducir a partir del diálogo, las acciones y las acotaciones, ciertas características que se refieren a su personalidad.
En primer lugar, podemos notar que es una mujer fría, ya que a pesar de trabajar hace 30 años con la familia de Bernarda, advertimos que no tiene una buena relación con ningún miembro. Por el contario, se refiere a Bernarda como “dominanta,” “mandona,” “tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara.” (Pág. 15). La Poncia conoce muy bien a Bernarda y piensa que el marido está mejor muerto que viviendo bajo su dominación. Se refiere además a la casa como “su dominio” [de Bernarda] (Pág. 16), “convento” (Pág. 39) y “casa de guerra” (Pág. 57), haciendo alusión con todos estos sustantivos, al excesivo dominio y autoritarismo de Bernarda, tanto respecto a las hijas como al marido y a las criadas. 
En segundo lugar, La Poncia se caracteriza por su gran ironía, crudeza y, más que nada, picardía para hablar, enfatizada por el aparte “entre dientes” (Pág. 19) utilizado para humillar a otro personaje. Esto se debe a su carácter fuerte con el cual se atreve a contestarle y hasta a tutear a Bernarda: “Y así te va a ti con esos humos.” (Pág. 46).
Otra característica de esta criada es el hecho de ser intuitiva. La Poncia se da cuenta antes que nadie de la verdad sobre Martirio, Adela y Pepe el Romano. Ella es capaz de intuir y presagiar la catástrofe que podría ocurrir si las hermanas siguieran su curso sin que Bernarda supiera nada al respecto. Una vez que Martirio y Adela confirman los presagios de La Poncia, Bernarda se siente por primera vez desconcertada de que se le haya escapado tanta información a pesar de su rigidez extrema. La Poncia parece ser la conciencia moral y quien debe abrirle los ojos a Bernarda, que parece estar ciega ante lo que hacen sus hijas.
La Poncia también aparenta ser una persona entrometida, ya que conoce todo lo que sucede en la casa, en el vecindario, y hasta logra en ocasiones la confianza de las hijas de Bernarda al convertirse en su confidente y hablar de temas relacionados con la sexualidad, los hombres, los cuales no estaban permitidos en la casa.
Podemos deducir también que es una persona ambigua. Su nombre hace alusión a Poncio Pilatos, quien pudiendo intervenir decide lavarse las manos en la crucifixión de Jesús,  en la Biblia. Ella no habla con claridad, quizás producto del miedo, sino con rodeos, con insinuaciones y no de manera directa. No acusa directamente a Adela con su madre, sino que sugiere y advierte que algo pasa.
En cuanto a las virtudes que la caracterizan, podemos destacar la laboriosidad con la que trabajó por 30 años en la casa de Bernarda de manera leal y constante. Por otro lado, entre sus pecados encontramos la envidia que siente hacia Bernarda por la diferencia de clases sociales. Existe un resentimiento entre la señora y sus criadas.
Haciendo referencia al aspecto social del personaje, podemos decir que pertenece a la clase baja. Es viuda, estuvo casada con Evaristo el Colín y tuvo más de un hijo, ya que menciona a un hijo mayor en la página 40. Como podemos ver en la página 46, La Poncia es hija de una prostituta, lo que es motivo de humillación como Bernarda sabe. La clase baja de la cual proviene se advierte además por el trabajo que realiza, que no necesita ninguna educación ni formación, lo  cual es evidente que no tiene al analizar su lenguaje. Está repleto de insultos, vulgarismos y errores como “dominanta.”
            El rol de La Poncia es indiscutiblemente importante en la obra, y esto es evidente ya que tiene una fuerte postura en relación con los temas principales de La Casa de Bernarda Alba: autoritarismo versus rebeldía, mujeres versus varones y mujeres ricas versus mujeres pobres.
            En cuanto a la rebeldía y el autoritarismo, La Poncia es el personaje opuesto a Bernarda, ya que sostiene que el hecho de que las hijas no puedan relacionarse con hombres es algo completamente antinatural. Además, este espíritu rebelde se puede ver desde el principio de la obra, cuando La Poncia dice:
“treinta años lavando sus sábanas, treinta años comiendo sus sobras, noches en vela cuando tose, días enteros mirando por la rendija para espiar a los vecinos y llevarle el cuento, vida sin secretos una con otra y sin embargo, ¡Mal dolor de clavo le pinche en los ojos!, pero yo soy buena perra, ladro cuando me lo dicen y muerdo los talones de los que piden limosna cuando ella me azuza, mis hijos trabajan en sus tierras y ya están los dos casados, ¡pero un día me hartaré!” (Pág. 16).
El contraste entre la rebeldía y el autoritarismo es de suma importancia en el contexto histórico en el que fue escrita la obra, teniendo en cuenta la opresión y absolutismo, defendidos por una de las fuerzas durante la guerra civil española que se avecinaba. 
Respecto al clasismo, cada personaje sabe en qué lugar está y tiene claro que debe resignarse a ello. La relación entre Poncia y Bernarda muestra que a pesar de haber compartido treinta años juntas, una patrona y una criada no pueden tener una verdadera correspondencia afectuosa. No son del mismo estrato y no se pueden tratar como iguales. Bernarda transmite manifiestamente la importancia de las clases sociales y su diferenciación porque habla y trata con desprecio a la gente que no está a su altura: “Los pobres son como los animales; parece que estuvieran hechos de otras sustancias" (Pág.18). Así se justifica por qué La Poncia sigue siendo despreciada en la casa de Bernarda, a pesar de trabajar allí hace tantos años; se podría decir que ya sería parte de la familia de no ser por esa diferencia social en la que Bernarda hace énfasis permanentemente.   
En líneas generales, La Poncia es uno de los personajes más significativos en la obra ya que se relaciona con los temas principales de la obra y es quien parece conocer más en profundidad a Bernarda y a sus hijas. Proporciona un contraste importante con Bernarda Alba, lo que nos permite establecer más marcadas diferencias y posturas que enfatizan el clasismo, la rebeldía y el autoritarismo, los hombres versus las mujeres; es decir los conflictos más característicos de la época.
            

Angustias

(Ensayo de Franca Garat)
Opresión, aflicción, congoja, estrechez. Estos son algunos significados del nombre Angustias que se pueden encontrar en distintos medios. Según esto, podemos decir que el personaje creado por Federico García Lorca en La Casa de Bernarda Alba es un personaje acongojado por el paso del tiempo, es la mayor de las cinco hijas mujeres de Bernarda, cuenta con 39 años. Es hija del primer matrimonio de su madre y heredera de una gran fortuna (tierras y olivares). Debido a estos bienes, Pepe el Romano intenta conquistarla para luego casarse y poseer poder también, lo que es intuido por las hermanas y La Poncia.
Magdalena, Amelia, Martirio y Adela ven con mucha envidia que su hermana Angustias finalmente tenga novio pero lo tiene gracias a su poder adquisitivo que las demás no tienen y sienten celos ya que están pendientes de lo que hace con Pepe el Romano. Además suelen tratarla con desprecio pero Magdalena dice: “… lo mejor que has tenido siempre es el talle y la delicadeza.” Por otro lado, según La Poncia: “es una enferma que no resiste al parto. Es estrecha de cintura, vieja y con mi conocimiento te digo que se morirá” (pág. 37, ed. Cántaro). Con esta cita podemos ver cómo la valora a Angustias desde un punto de vista físico y mental. Bernarda era demasiado estricta con sus hijas, se toma el papel de protectora muy en serio. En algunos casos la podemos ver como que abusa de su poder pero en otros, como en la página 43, tiene una actitud parcial hacia Angustias ya que quiere que se case de una vez por todas porque está haciendo demasiado revuelo su futuro esposo entre las demás hijas. Este personaje masculino es quien rompe con los años de luto que impone Bernarda Alba en honor a su esposo difunto.
La familia vive lejos del mar, en un pueblo de España donde no hay río y los pozos están casi secos. La casa es conservadora, limpia, con muchos cuartos que da a una sala, las ventanas tienen rejas. Es presentada por el autor como símbolo de honra, seguridad y sobreprotección. Para Angustias es un infierno, es decir, su visión de la casa es fruto de la falta de libertad, del odio que impera entre sus habitantes.
Angustias, con respecto al tema principal de la obra, es una de las culpables del desencadenamiento de las hermanas ya que entre ellas corría una fuerte ola de celos, sobre todo entre ella y Adela, la menor, debido al amor que sentían hacia Pepe el Romano. También se presentan  las bromas pesadas hechas por Martirio quien casi no termina con un final feliz debido al enojo de Bernarda por haber escondido en su cama el retrato del futuro esposo de Angustias y no haber confesado “su broma” cuando Angustias denunció su robo.
El objeto característico que se puede encontrar al analizar el personaje de Angustias es el anillo de perlas que le entrega Pepe el Romano que para la época era de gran importancia y ella poseía uno finalmente a sus casi cuarenta años.  Este anillo de prometida  es símbolo y anuncio de lágrimas.
Finalmente, es propio de Angustias la demostración de poder sobre sus hermanas y de que al fin va a huir de la casa. Lo hace de una manera cruel para hacerles entender que ella se está por casar, esto sucede cuando muestra su anillo o cuenta las cosas que su amado le decía, aunque con un dejo de desilusión. En cuanto a los aspectos positivos de Angustias, sus “virtudes”, puede señalarse que a ella no le importa que Pepe se case por su dinero, porque quiere liberarse de esa prisión que ya la venia condenando desde hace tantos años. 

Bernarda Alba

 (Ensayo escrito por Luciana Bálsamo)
            Bernarda Alba es el personaje principal de la obra La Casa de Bernarda Alba. Es la madre de cinco hermanas (Angustias, Martirio, Magdalena, Amelia y Adela), se ha quedado viuda y es ama y señora en su casa, donde tiene el control total y toma todas las decisiones de sus habitantes. El nombre Bernarda significa “con la fuerza de un oso” y su apellido, a pesar de que se inspira en el de Frasquita Alba (una vecina de García Lorca), remite al amanecer  y, sobre todo, a la blancura, que en el libro está presente en su casa, en la pureza de sus hijas y en la reputación impecable que Bernarda desea que se tenga de ella, de su casa y sus hijas.
            Las acciones de Bernarda demuestran su tiranía y su dominio. En primer lugar, proclama un luto riguroso de ocho años tras la muerte de su marido, encerrando a sus hijas y prohibiéndoles vestir colores o usar maquillaje. Cuando alguna de ellas la desobedece, Bernarda es sumamente cruel para reprenderla como cuando quita los cosméticos de la cara de Angustias, como vemos en la página 31:
“¿Salir? ¡Después de que te hayas quitado esos polvos de la cara! ¡Suavona! ¡Yeyo! ¡Espejo de tus tías! (le quita violentamente con un pañuelo los polvos.)”
            También podemos ver la violencia de Bernarda cuando le desea la muerte a su hija Martirio por haber robado el retrato de Pepe: “Mala puñalada te den. ¡Mosca muerta! ¡Sembradura de vidrios!” Otra de sus acciones despiadadas es encerrar a su madre, Maria Josefa, que es una de las pocas personas que se rebelan ante su dictadura. Sin embargo, su acto más cruel y demostrativo de su extrema preocupación por el qué dirán es su reacción ante la noticia de que su hija Adela se veía con Pepe el Romano y el posterior suicidio de esta. En lugar de entristecerse porque su hija estaba muerta o porque la crianza autoritaria que había dado a sus hijas había provocado que tres se enamoraran del mismo hombre (ante la falta de hombres en sus vidas) o  porque la boda de su hija mayor había sido inevitablemente frustrada, lo único que quiere Bernarda es rescatar su propio honor y el de la casa, como vemos en la página 74:
“¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como una doncella. ¡Nadie diga nada!”
            Podemos advertir que Bernarda da órdenes con mucha frecuencia, siendo una de las más comunes “¡Silencio!” Cabe destacar que con esta palabra finaliza la obra y tiene un significado profundo: pedir silencio demuestra su ambición por callar cualquier rumor que pueda haber sobre ella, su casa o sus hijas. Además, se caracteriza por ser hiriente con las criadas y sus hijas, por ejemplo cuando le dice a La Poncia: “El lupanar se queda para alguna mujer ya difunta,” refiriéndose a la  madre de la criada.
            Los otros personajes, como las mujeres del pueblo, califican a Bernarda de “más que mala”, “lengua de cuchillo” y “vieja lagarta recocida”. La Poncia dice de ella que es “mandona”, “dominanta” y “tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón y ver cómo te mueres durante un año sin que se le cierre esa sonrisa fría que lleva en su maldita cara” (página 15.) Además sabemos que la familia de su difunto esposo la odia y “le ha hecho la cruz” y sus hijas son conscientes del terror que su madre provoca: “Le tiene miedo a nuestra madre,” dicen de Adelaida, una chica del pueblo que no asistió al velorio. No obstante, Bernarda está orgullosa de su condición de dominante, como vemos en la página 31 cuado dice:
“¡Hasta que salga de esta casa con los pies delante mandaré en lo mío y en lo vuestro!”
            Sabemos que Bernarda es una persona sumamente conservadora. Esto lo vemos en cosas que dice como “Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga,” (en la página 51) o por su reacción ante el suceso de la hija de la Librada a quien, según ella, hay que matar por “haber pisoteado la decencia” al haber quedado embarazada de un amante y matado a su hijo después. A sus hijas no las deja tener novio y considera que sólo pueden hablar con hombres por detrás de las rejas siempre y cuando ella los acepte. En cuanto al tema de las mujeres y los hombres, Bernarda es castradora. Según ella, “Las mujeres en la iglesia no deben mirar más hombre que al oficiante, y a ése porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana.” Ni siquiera deja a su hija Angustias demostrar demasiado afecto por su futuro marido: “Y cuando te cases, menos. Habla si él habla y míralo cuando te mire. Así no tendrás disgustos,” en la página 53. Es paradójico que siendo Bernarda la mujer más masculina de la obra (da órdenes como un hombre y es agresiva, por ejemplo) ponga tanta distancia entre sus hijas y los hombres. Su forma de ser restrictiva y estricta, sumada a su conservadorismo, muestran un paralelismo con el sistema español de la época; dadas estas características es lógico pensar que Bernarda apoyaría a la Falange.
            Por lo explicado anteriormente, el objeto que simboliza a Bernarda es el bastón sobre el cual se apoya, representa el poder autoritario que tiene. Remite al bastón de mando que portan los presidentes y los líderes militares. Cabe destacar que su hija Adela parte en dos este bastón en señal de rebeldía.
            La relación de Bernarda con su casa es tan estrecha que podríamos decir que es casi una parte de ella. Hay un paralelismo entre la casa y su dueña: la casa tiene varias salas que desembocan en una sola habitación mientras que Bernarda tienen cinco hijas que responden a ella. Por otra parte, la casa no se entiende sólo como un espacio físico, sino también como la representación de la honra de la familia: Bernarda dice: “Yo no me meto en los corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar.” Al utilizar la palabra “fachada” queda explícita esta relación en la que Bernarda está tan interesada en que se mantengan las apariencias, por más que por dentro la casa fuera un infierno como dice Angustias. La señora se ocupa de mantener su casa impecable, ordenando a La Poncia que limpie cada vez que puede, así como se encarga de que su reputación esté impecable. Esto demuestra la hipocresía de Bernarda.
            Para terminar, podemos hablar de los pecados y virtudes de Bernarda. A pesar de que uno de sus pecados es haber criado a sus hijas tan rígidamente, su pecado más grande es no haber hecho esto por amor, sino por un deseo egocéntrico de mantener su nombre limpio y de hacer notar que ella y su familia eran personas “con posibles.” Otro de sus pecados está en que nunca midió lo que estaba haciendo con sus hijas para conservar su fachada de armonía familiar y por eso estas terminaron de la forma en que lo hicieron. Por otro lado, como Bernarda es una representación exagerada del orden opresivo es lógico que no se puedan encontrar virtudes en ella; de esta manera, la persona de Bernarda no posee ningún aspecto rescatable.